Si hay un momento bello en el año es en el que por fin desaparecen los colgajos navideños y los comerciantes corren raudos a etiquetar las prendas para una temporada de rebajas para acabar con la poca pasta que le ha quedado a los incautos tras las orgías consumistas de navidad. También corremos los que esperamos las tan cacareadas rebajas para adquirir a un precio menos exorbitante los artículos que necesitamos de verdad (salchichas, zapatitos, bragas y esas cosas). Hace ya años que las rebajas se han adelantado y descontrolado desde la adquisición del «Black Friday – viernes negro» y han comenzado antes.
Ah, como me acuerdo del viejo Boris Vian, amigo que veía el mundo del revés, como en «La espuma de los días» y me habría gustado que viviese los tiempos actuales para sacarles punta.
Sea como fuere, y visto que gran parte de la población aún cree en gnomos, ratoncitos, hadas, espaguetis voladores y dioses del desierto, les recuerdo una frase de que fue mi hermano (hoy convertido en Ernesto Laguna) y que reza (nunca mejor dicho) como sigue:
DIOS APRIETA PERO NO EXISTE
¡Hasta el año que viene si «el tío Camuñas» quiere!