Como colofón a las entradas de blog de esta temporada les invito a ver este curioso belén que estaba en exposición en Béjar. Tiene pelotas la cosa, indubablemente.
Seguimos con cerdadas
No hay año que no vea un belencito con cerdos. Ni uno solo, ni hecho en casa, ni en el cole o en alguna institución. Nada, que de cultura andamos flojos, muy flojos, lo que nos lleva a ignorar que los judíos no comen cerdo. Y ese Jesusito niño que todos estos misterios emulan era, no se olvide, judío hasta la médula: de padrastro y madre. Del padre no sabemos vista la historia que nos cuentan.
Resumiendo: que de cerdos nada de nada. Así que vayan quitando los choncitos para la próxima temporada, porfa.
Llámenme iconoclasta…
… solo si no perciben la sutil ironía que el afán de innovación, el ansia mercantil y el uso de la tradición navideña ha conseguido en este producto.
Por si no se viese la foto aclararé que se trata de unas velas que se encontraban a la venta en la feria «Eco-raya» (Eco-raia» en versión portuguesa) que se celebró hace pocas fechas en Salamanca. La empresa de explotación apícola que tenía este puesto había colocado unas velas como muestra de lo que se puede llegar a hacer con los productos de las abejas. En este caso con la cera que, en estos tiempos que corren de electrificación masiva, en su uso como velas lo menos importante viene siendo que puedan arder.
Por eso los diferentes modelos de vela eran imaginativos: un osito, una oveja, unos hexágonos y, hemos llegado, una escultura que incluía el sanjosé con capa y sosteniendo un farol y la virgen sosteniendo al niño dios. De la cabeza del capado -el de la capa, entiéndase- la mecha amenazaba e instruía al uso de la escultura: arder e iluminar. Lo de la iluminación como uso masivo en estas fechas de cortos días está explicado y justificado, la costumbre de animar al sol a su nuevo nacimiento es más antigua -dicen los estudiosos- que los más ancianos textos de la biblia.
Me ronda la cabeza un recuerdo, el de una pintada que hace años decoraba una valla junto a la carretera de Guadarrama -Madrid- y que decía «la única iglesia que ilumina es la que arde». Juntando vela y recuerdo saldría aquello de «la única vela que ilumina es la que arde» pero como es algo iconoclasta vista la reflexión anterior, no seguiremos por ese camino.
Los ostentosos
Ostentar es uno de los pecados capitales de este país, incluso para aquellos a los que los pecados le quitan el sueño. Hacer gala de la riqueza, del poderío, es una forma como otra cualquiera de compensar la falta de confianza en uno mismo. Vean el «humilde belencito» que alguien -sin ánimo alguno de ostentación- ha montado en su balcón. No me acuerdo muy bien de en qué calle está hecha la foto, pero juraría que no lejos del Parque San Francisco en León.
Las figuras de los adultos, sin ánimo de ser preciso, juraría que andan por el metro de altura. Menos mal que no han puesto el ángel ni las bestias de cuatro patas, porque se tendrían haber apelotonado como japoneses en hora punta del metro. Aspirantes al premio de ostentación que quizá instaure la próxima temporada navideña. Si me acuerdo, claro.
Más papistas que el papa
Pues nada, que los fabricantes (o fabricantas) de luminarias navideñas se han apuntado a la modernidad solo a medias: sí que se hacen de LED cosa moderna donde las haya, pero no se leen los escritos de los papas (sin acento). Concretamente el emérito Benedicto XVI hace ya años que afirmó que en el portal de Belén ni buey ni mula. La friolera de 9 años en los que el acervo popular ha ignorado la opinión de tan excelso personaje, ninguneándole cual a predicador en desierto. Ilustra este comentario la luminaria instalada en la calle Zamora de Salamanca, nueva de este año, por lo que queda corroborado lo de «pasar» de lo que no interesa. Como los periódicos mismamente.
El gato triste
¿Cómo no va a estar triste el animalito?¡Pónganse en su lugar: de adorno, sin paja, sin luces! Vamos, una cruz (como la del punto de que están hechos los cojincitos monísimos del misterio. Como dijo aquella que me envió la foto: carne para el blog. Para eso hemos quedado, Miguelito. No alcanzo a entender el tono verdoso que estás tomando, no creo que sea de envidia.
Misterio cutre, el estilo de moda
El estilo cutre de misterio que vimos en Béjar (Salamanca) parece que es el estilo de moda. Hoy lo hemos visto en Medina del Campo (Valladolid). La misma técnica de reciclaje de materiales, hecho deprisa y corriendo, la misma cutrería y pobre realización. La crisis no perdona, amigos.
La crisis
La crisis se nota en cada detalle de nuestras vidas. Fíjense en este «misterio» que han montado junto al ayuntamiento de Béjar. Una mirada detallada nos informa de que las figuras son de cartón, planas y pintadas con poco detalle. El niño debe tener unos 60 años mínimo y es una de esas esculturas tan del gusto de la posguerra. Luego, como colofón, los hombres-niño de musgo, tan del estilo beharahui que son dos maniquíes reciclados de algún comercio. Donación que sin duda el industrioso comerciante reflejará en sus cuentas en las que se desgravará un tanto por ciento de la donación. Los muñecos, no me he podido resistir a incluir detalles, están tuertos ambos sin asomo de vergüenza ni disimulo, uno del ojo izquierdo y otro del derecho. No hablaré de la necesidad de que las instituciones se desvinculen de las costumbres religiosas de los ciudadanos porque eso es cosa de otro siglo, que en el XXI en España estas cosas no las veremos.