La publicidad

O la diferencia entre lo que queremos comprar (lo publicitado) y lo que realmente compramos. Hace años un tipo se dedicó a hacer una colección de fotos entre el producto publicitado y lo realmente vendido. Era impactante ver la diferencia, es decir, el engaño al que estamos sometidos en el mundo real por las ansias publicitarias.

Pues bien, el otro día caminando por las calles beharauis me encontré con el ejemplo que les traigo. Se trata de un roscón de reyes cuya principal atracción es el suculento premio que le puede tocar (le debe tocar, de hecho) a alguna persona afortunada. Pues vean la diferencia entre lo publicitado y lo vendido. Supongo que la cautelosa vendedora optó por colocar un ejemplar en el escaparate que está junto al cartel anunciador para quitarse anticipadamente el problema de las reclamaciones. El producto y su premio son productos de una tahona de Aldeanueva del Camino (Cáceres).

Juzgando los precios del roscón (solo hay una versión) y comparándolos no ya con lo vendido sino con otros, resulta que el posible premios es pagado, evidentemente, por los incautos compradores del producto. Pues lo mismo pasa con todo, queridos niños: los premios de unos los pagamos todos. Tratándose de un roscón de reyes, saquen uds. sus propias conclusiones. No hay que pensar mucho, la verdad.