Los principales objetos de mis odios son, sin un orden determinado:
- Las malditas luces de las calles y las tiendas
- Los infames papasnoeles que se descuelgan por las ventanas
- Los hirientes villancicos repetitivos y omnipresentes
- La subida de precios que a nadie importa
- El espumillón hortera y asfixiante
- Los espantosos colgajos-de-buen-gusto dorados, verdes y rojos
- Las pretenciosas alfombras en la entrada de los negocios
- El tráfico estúpido y sus efectos nocivos
- La mala leche imperante disfrazada de buen rollito
- El puto espíritu navideño hipócrita
- La irritante lascivia de la prenda roja de fin de año
- La aplastante necedad de los que invitan a turrón o copas
- La gilipollez de los deseos para el nuevo año
- La mandanga indecente de las visitas
- La absoluta idiotez de un país ingiriendo uvas síncronamente
- El soez gasto en juguetes para disfrutar un día
- La invasión de cajas vacías
- La vacía mirada de los memos a los escaparates de joyerías
- La estúpida costumbre de vestirse de gala
- La arraigada creencia de que uno se puede divertir
- La ingente cantidad de kilómetros hechos a lo tonto
- La mamarrachada de papanoeles de guardarropía repartiendo papel
- Los repulsivos belenes móviles
- La maldita lotería
- La absoluta falta de imaginación de los redactores de tv
- La hedionda presencia de vinos gasificacos por doquier
- Los cotillones escapados de la banda de Alí-babá
- La miríada de correos chorras cargados de buenos deseos y virus
- Las colecciones de christmas
- Los inútiles SMS estúpidos y los originales
Iré añadiendo alguno más según vaya teniendo tiempo y ganas, pero tras esta enumeración, tengo la sensación de que la puta navidad tiene UNA SOLA COSA BUENA:
¡Que se acaba!