Los ostentosos

Ostentar es uno de los pecados capitales de este país, incluso para aquellos a los que los pecados le quitan el sueño. Hacer gala de la riqueza, del poderío, es una forma como otra cualquiera de compensar la falta de confianza en uno mismo. Vean el «humilde belencito» que alguien -sin ánimo alguno de ostentación- ha montado en su balcón. No me acuerdo muy bien de en qué calle está hecha la foto, pero juraría que no lejos del Parque San Francisco en León.

Las figuras de los adultos, sin ánimo de ser preciso, juraría que andan por el metro de altura. Menos mal que no han puesto el ángel ni las bestias de cuatro patas, porque se tendrían haber apelotonado como japoneses en hora punta del metro. Aspirantes al premio de ostentación que quizá instaure la próxima temporada navideña. Si me acuerdo, claro.

Viajar siempre es bueno

Al menos para ver cosas que en el país propio están mal consideradas y/o perseguidas por aquello de «el insulto a las creencias ajenas». Si quieren ver un portalillo hecho con animales, concretamente con perros, tendrán que ir a México. Aquí podría estar mal visto que al padre le tratasen de perro, mucho más -sin duda- a la madre (peculiaridades históricas del idioma) y no digamos ya al niño dios. No se salvaría ni el ángel, por supuesto. Si esto hubiese ocurrido en nuestras hispanas tierras, «reserva espiritual de Europa» que dijo Pedro Ruiz en los 70, si esto digo, se hubiese desarrollado en nuestra piel de toro, de seguro que ya habría un auto judicial encima de alguna mesa.

Hemos perdido el sentido del humor y lo que es peor, perseguimos la imaginación como en tiempos de la Inquisición, aunque hay que reconocer que no hay olor a chamusquina, lo que es de agradecer.

Les dejo una captura de pantalla de la noticia por si tienen el dedo vago y no quieren leer la noticia.

Más papistas que el papa

Pues nada, que los fabricantes (o fabricantas) de luminarias navideñas se han apuntado a la modernidad solo a medias: sí que se hacen de LED cosa moderna donde las haya, pero no se leen los escritos de los papas (sin acento). Concretamente el emérito Benedicto XVI hace ya años que afirmó que en el portal de Belén ni buey ni mula. La friolera de 9 años en los que el acervo popular ha ignorado la opinión de tan excelso personaje, ninguneándole cual a predicador en desierto. Ilustra este comentario la luminaria instalada en la calle Zamora de Salamanca, nueva de este año, por lo que queda corroborado lo de «pasar» de lo que no interesa. Como los periódicos mismamente.