Adornar la plaza mayor de Salamanca es un burdo intento de hacer lo que el título anuncia «mejorar lo inmejorable». Ay, plaza mayor de Salamanca, pobre destino aguantas muchos días al año con adefesios que afean tu estética barroca: casetas, reposteros, colorines, terrazas, sombrillas, lucecitas y algún escenario. En conjunto aquellos que quieran disfrutar de la estética original de la plaza lo tienen bastante crudo. Quizá haya que elaborar un calendario de plaza «libre de obstáculos» para que los visitantes puedan venir (cuando San Covid lo permita) y gozar de la sensación contemplativa que Churriguera pergeñó.
Si el otro día les mostraba la horrenda visión del super-paquete a la luz del día, hoy les traigo el engendro citado en horas nocturnas. Horrible e hiriente igualmente. Pena, penita, pena.