Justo al lado del horrible regalo de la Caja Rural visto en la entrada anterior hay una serie de curiosas instalaciones lumínicas que merece la pena comentar y, por romper la costumbre, no las pondremos a bajar de un burro.
Hay un prado con arbolitos falsos iluminados, animalitos de algún tipo de plástico iluminados e irisdiscentes (casi más bonitos de día que de noche). ¡Con lo bonitos que son los naturales, joder, siempre con réplicas artificiales!
Una valla rodea un campito de formas entre huevo y alubia, plateadas de día e iluminadas desde el interior de noche, muy monas, cuyas bases son resortes. Tienen un cierto parecido con los huevos de «Alien, el 8º pasajero» pero en este caso los monstruos no están dentro sino fuera corriendo desaforados. Los críos van zarandeándolas mientras corren de un lado a otro emocionados con el espectáculo. Los padres se emocionan con el espectáculo de los críos, los abuelos con las dos generaciones, etc. Conmovedor.
Me ha sorprendido la urbanidad del público diurno que ha respetado estas instalaciones. Bueno, igual es que el control orwelliano de las cámaras situadas hasta en la taza del wc empieza a tener acojonados incluso a los probos ciudadanos atacados por los etílicos vapores que hacen el frío charro más llevadero.
Aquí dejo alguna foto más para ilustrar los comentarios que -como se puede observar- no siempre son venenosas reacciones de este que escribe.