Si la leyenda del nacimiento del niño dios se situase en estos tiempos, no habría nacido en un pesebre rodeado de paja, mulas y (quizá) animalejos de labor. Habría nacido, sin duda, en un garaje, rodeado de piezas, aceite y olor a combustible. Tal vez por eso algún ciudadano de la calle Volta (creo) de Salamanca, ha decidido poner la estrella anunciado el excelso lugar. Falta que lo abra a ver si en el interior se contiene el famoso «misterio» con que muchos habitantes de este nuestro país decoran.