Ahora que está caliente el tema, no me resisto a
mostrar una parte del megalómano belencito
hortero-charri-carpeto-vetónico con el que cada navidad los señores de
una casa sita en el Paseo de Canalejas de Salamanca nos deleitan. Entre
los engendros mecánicos existentes en semejante aberración
histórico-festiva se encuentra una pequeña plaza de toros de maestro
barrigudo y borrachín con torito rondón ensangrentado, demostración del
orgullo que algunos de los habitantes de estas vetustas tierras muestran
para con las asechanzas y escarnios de los astados animalitos. Pero
como el Hombre es el Rey de la Creación (nótese el uso de mayúsculas)
tiene derecho a éstas y otras salvajadas practicadas indistintamente con
bichos de inferior condición, sean de una o dos patas, blancos o
negros, indígenas o compadres.
¡Más madera!
Si el otro día hablábamos de las megalomanías lo hacíamos con conocimiento de causa. Resulta que cierto vecino del Paseo de Canalejas 156 el año pasado puso un papanoel motero sobre una moto tamaño natural (una Harley, se diría por la foto) en el balcón de su casa, un segundo piso.
Pregunta: ¿cómo, coño, ha subido el tipo la moto hasta el segundo? Misterio.
Misterio, por cierto, el que ha colocado este año en el balcón principal, relegando al motero al del chaflán. También de tamaño natural las figuritas, con su casita, sus lucecitas (las del misterio, que del dueño lo dudo) y toda la parafernalia incluida luz parpadeante para llamar la atención. La verdad que yo no sé ustedes, pero me pregunto con qué nos sorprenderá el año que viene.