En lugar de andar lamíendole el culo a los yanquis y sus tradiciones convertidas en productos de mercado se puede, también, recuperar tradiciones locales. No tienen por qué ser mejores, pero al menos serán menos manipuladas y transformadas en algo vendible (ahora le dicen monetizable, horroroso anglicismo donde los haya).
La foto, tomada en la calle Van Dyck de Salamanca tiene el consabido muñequito de cerámica representando al niño dios y detrás una decoración típica de la sierra salmantina hecha con panes y con velas, amén de otras decoraciones y manualidades. Mucho más elegante que esos papanoeles rojos cocaloca que, según parece, antes de la invasión publicitaria de las aguas negras azucaradas, se vestía de color verde.