La proyección de las ideas del ser humano sobre la realidad, es decir, la creencia de que nuestra concepción del mundo afecta a los acontecimientos es, quizá, una de las más notorias y ancestrales estupideces que viven en nuestra mente. A modo de ejemplo podemos pensar -erróneamente- que el cambio de año va a mudar las circunstancias adversas que nos rodean, léase el/la Covid-19.
Pensamos, pues, que la fecha del 31 de diciembre será la salvación a nuestros problemas y la finalización de la pandemia. Craso error. Para empezar porque la pandemia en cuestión comenzó en 2019 y es más que probable que debido a nuestra estulticia se prolongue hasta bien entrado el 2022. Pero por maldecir y confiar que no quede. Muestra de ello es la campaña de publicidad de salchichas que una conocida marca ha puesto en funcionamiento estos días. Apropiándose de una gracia conocida desde junio (peineta hecha con los guarismos del 2020) han confeccionado una peineta gigante hecha con una foto de sus salchichas. Hay que reconocerles, si no la originalidad, al menos la efectividad de la campaña publicitaria.
Hala, a comer salchichas gordas y a desear que las campanadas de la desierta -este año- Puerta del Sol de Madrid cambie nuestro aciago destino. Por mi parte confío en que el fin de la pandemia suponga también el fin de la ingenuidad humana y del pensamiento irracional. Por pedir que no quede.