Al menos para ver cosas que en el país propio están mal consideradas y/o perseguidas por aquello de «el insulto a las creencias ajenas». Si quieren ver un portalillo hecho con animales, concretamente con perros, tendrán que ir a México. Aquí podría estar mal visto que al padre le tratasen de perro, mucho más -sin duda- a la madre (peculiaridades históricas del idioma) y no digamos ya al niño dios. No se salvaría ni el ángel, por supuesto. Si esto hubiese ocurrido en nuestras hispanas tierras, «reserva espiritual de Europa» que dijo Pedro Ruiz en los 70, si esto digo, se hubiese desarrollado en nuestra piel de toro, de seguro que ya habría un auto judicial encima de alguna mesa.
Hemos perdido el sentido del humor y lo que es peor, perseguimos la imaginación como en tiempos de la Inquisición, aunque hay que reconocer que no hay olor a chamusquina, lo que es de agradecer.
Les dejo una captura de pantalla de la noticia por si tienen el dedo vago y no quieren leer la noticia.