Hasta el sábado estuve esperando que los señores/as de la tele me llamasen o escribiesen para quedar y grabar la entrevista que necesitaban. Nada. Menos mal que en la mañana del sábado, entre fríos y lluvias, nos largamos con viento fresco a La Fregeneda a la encomiable tarea de etiquetar botellas de vino, tarea que realizamos unas 1200 veces para olvidarnos del espejismo televisivo, cosa que conseguimos los cuatro asistentes a la «etiquetada» gracias a la paliza que nos pegamos.