Admitir la derrota

No siempre se puede ganar la guerra esta de «yo la tengo más grande» (la decoración navideña, se entiende) porque el coste o el tiempo dedicado pueden llegar a ser inasumibles. Se agachan las orejas, se mete el rabo (el raboooooo) entre las piernas y se admite la derrota. Con deportividad, sin acritud. Vean el ejemplo de esta situación en algún lugar perdido de yanquilandia.

Y todo por la puta envidia, hay que ver.

Actualización 2023: Noticia desaparecida de la red. Se trataba de una megadecoración navideña en un chalet aislado típico de los EE.UU. que contrastaba con la del vecino también ostentosa pero bastante menos impactante.