Últimamente la moda es llenarlo todo (pero todo todo todo) de lucecitas. Total son LED, gastan poco, valen poco… He aquí un ejemplo de hasta dónde se puede llegar en la confección de espantajos navideños. Habrá incluso gente a la que le gusten, claro, porque hay gente pa’ tó. Esta que ilustra el comentario de esta noche está en la plaza de Anaya de Salamanca, afeando la catedral. Por si acaso alguien, en su éxtasis contemplativo, se ha olvidado de que existe el puto astronauta, también han puesto a funcionar unos proyectores que te lo recuerda a tamaño descomunal sobre la fachada de la propia catedral.
¡Ah! y también han plantado en el otro lateral una escultura de un astronauta desmorrándose contra el jardín. Pero eso lo dejo para otro día, que hay muchos.





