Rebelión de los dineros

En realidad de los vendedores de ilusiones y, por ende, recaudadores de impuestos voluntarios: los loteros. Y las loteras, que hay pa’ todos y pa’ tadas.

Resulta que los vendedores de lotería dicen que ganan poco y que hace años que no les suben las comisiones. Analicemos la primera parte, que ganan poco. Será en algunos casos, porque en otros como en la plaza del Liceo de Salamanca la colas llegan a tener centenares de metros -por la Covid son mayores, sí- pero sigamos con el razonamiento. Si cada persona compra un solo décimo y la comisión por venta es de 0,8 € y el tiempo medio de despacho es de 1 minuto (pesadas aparte), el precio de la hora de trabajo es 60×0,8=48 euritos. Ya quisieran muchos en este santo país en el que el salario mínimo de 32,17 € en 8 horas (ya quisieran muchos también) 32.17/8= 4,02€. Las empleadas de hogar -siempre según esta página– la tienen fijada en algo cercano a 7 euros.

Así que de ganar poco, nada de nada, al menos en estas fechas a pesar de que, bien cierto es, no todas las horas ni todas las fechas son de ventas tan espectaculares. Por cerca de Doña Manolita, en Madrid, pasé hace un par de años tenían contratado un guardia de seguridad para controlar la fila, díganme uds. cuántas fruterías o incluso cuántas joyerías han visto con guarda de seguridad controlado las afluencias de personal.

Y luego está aquello de «tenemos congelados los porcentajes» que es una mendaz manera de enmascarar la realidad, porque resulta que también llevan comisión de los premios. Es cierto que el porcentaje no ha aumentado, sí lo ha hecho la cantidad del premio que se dobló en 2011, como lo atestigua esta página de la Wikipedia. Es decir que siguen cobrando lo mismo que hace 10 años es cierto, pero que desde el 2000 ha pasado el premio de 3.000.000 (180.000 €) hasta los 400.000 de ahora. Me temo que los sueldos del los españoles no se han multiplicado por casi 2,5.

Como demostración fehaciente de lo dicho está el hecho de que aún no he visto cerrar ninguna administración de lotería por quiebra. Al contrario, he visto abrir muchas nuevas que se mantienen, indicio claro de que no es mal negocio. Eso sí, ya se sabe lo que dice el tango Cambalache: «el que no llora no mama y el no afana es un gil». De ambos tipos tenemos sobrados ejemplos en este país aunque algunos se hayan ido para no llamar la atención.

La foto que ilustra el comentario fue publicada en esta noticia, y para los que no conozcan la ciudad les diré que hasta la administración de lotería aún queda otro tanto y medio como el que se ve en la foto.