No hay año que no vea un belencito con cerdos. Ni uno solo, ni hecho en casa, ni en el cole o en alguna institución. Nada, que de cultura andamos flojos, muy flojos, lo que nos lleva a ignorar que los judíos no comen cerdo. Y ese Jesusito niño que todos estos misterios emulan era, no se olvide, judío hasta la médula: de padrastro y madre. Del padre no sabemos vista la historia que nos cuentan.
Resumiendo: que de cerdos nada de nada. Así que vayan quitando los choncitos para la próxima temporada, porfa.
