Una de polacos

Existe en Polonia la costumbre de que los curas en estas-fechas-tan-señaladas vayan casa por casa haciendo visitas en las que se les agasaja con viandas varias, se engalana el hogar con aditamentos religiosos y se les entrega un sobre con dinero. Van precedidos por unos monaguillos que allanan el camino. Una vez hecha la visita, y ya con el sobre en el buche, trazan con tiza las letras C+M+B+2012 ó bien K+M+B+2012 en la puerta de las casas que ya han esquilmado, recordando aquella bíblica historieta de las marcas o cruces de sangre de cordero en las puertas. Las iniciales son de los tres reyes magos y el año. Vean la foto ilustrativa tomada en una ciudad de Silesia hace unos días.

c+m+b+2012
c+m+b+2012

Y es que los polacos, desde que tuvieron un papa nacional, son más papistas que el papa. Actualmente, la reserva espiritual de europa. Así no hay quien salga de la edad media.

Mierda en la puerta

Una puerta como otra cualquiera por la que pasé el otro día. En España, claro. La foto es una mierda, es verdad, pero me sirve para ilustar el comentario. Estas gentes que ven películas yanquis (sí, de esas que se repiten miles y miles de veces cada navidad) y se van a la tienda y se compran esta porquería plástica con el cartelito «merri crismas». Claro. Mola. Lo he visto en una película, es elegante, es «cul». PUES NO IMBÉCIL. También hay una película en la que un tipo va con una motosierra cortando gente en trozos y no lo haces, MEMO. Además de que por el sólo hecho de ser yanqui la cosa NO ES ELEGANTE. Los yanquis no son elegantes, de hecho son todo menos elegantes. Son unos macarras, unos chulos y unos prepotentes horteras. Para colmo de males tampoco son originales, se repiten hasta el hastío y copian más que los japoneses. Las ramitas en las puertas, dicen, son cosas de los romanos de los que tanto copian estos nuevos imperialistas. Vamos, que a ver si nos vamos ahorrando la pasta gastada en estas mamarrachadas horteras que hacen daño a la vista de los transeúntes. Al menos, horteras, colgadlo dentro de vuestras casas, coño, que son feos y molestan. Pero claro, si no lo ve nadie es como si no estuviera. Y así toda la calle, todos los balcones, las puertas y hasta los cojones, que llega el día de vestirlos de rojo, no se les olvide…

Mierda en puerta
Mierda en puerta