Dios y dios cuatro y dios seis -o peligros de la navidad (V)-

Estaba previsto el cierre de temporada de estas páginas, hasta que la nueva navidad nos lleve a estados de incontenible espanto, cuando he decidido hacer una última reflexión que tiene mucho, pero mucho que ver con los números que de modo socarrón se insinúa en el título. La imagen de uno de los miles de contenedores que invaden nuestra geografía hace años es el origen de la siguiente reflexión.

basura navideña y contenedor
basura navideña y contenedor

Ya sé lo que me van a decir, que los papeles están en el contenedor de papel, donde deben. Pero no va por ahí mi discurso mental. Sigan leyendo.

Ayer estuve en una casa con dos niños. Los regalos del día de reyes de los monstruitos llevaban (en un cálculo no exhaustivo) unas 9 pilas. Sumemos los del día de navidad, pongamos otras 7 (optimistamente). El total de pilas es de 16, unas 8 pilas de media por niño. Ahora multipliquemos el número de niños existentes en el país que reciben regalos activados eléctricamente (pongamos 3 millones). Total: 24 millones de pilas. Ahora hacemos las propias cuentas con los adultos (con una media de pilas menor, digamos 1 por adulto) lo que hará otros 40 millones de elementos. La cifra, que seguro que es optimista, me sale de 64.000.000 de pilas en este país. Ahora hagamos un pequeño, muy pequeño esfuerzo en sumar las de toda la comunidad europea, los usamericones y demás países «desarrollados».

Para terminar hagamos un último esfuerzo, amiguetes, supongamos (para dormir, beber agua, pasear y masturbarnos tranquilos) que se recicla el 100% de esta mierda. Sólo por un instante, luego podemos volver a nuestras costumbres y pensar que, efectivamente, podemos seguir así durante años y años y años y años.

Conclusión al hilo de los noticiarios, con esto entenderán el título los escasos lectores de este infame blog: que si acabamos con los niños como está haciendo elpuebloelegidodedios estos días, pues un problema menos. Y si también acabamos con los adultos, pues mejor aún. Ala, hijosdedios, a consumir, a consumir que el mundo aguanta.

Y entre regalo y regalo un petardazo. Da gusto, de verdad, cada día me siento más orgulloso de ser inhumano.

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