Tocando los güevos

La navidad también sirve -o quizá solo- para tocar los güevos y arrimar el ascua a la sardina. Cosas y caso. Unos roban las figuritas de los misterios, otros las destrozan y otros las aprovechan para sus propios fines. En el caso que les presento esta noche, el tipo ha usado sus conocimientos tecnológicos y las deficiencias de seguridad informática para reventar el sistema de funcionamiento de un reno con luces y sonidos. El artículo dice -mal dicho- que el tipo ha «hackeado» el sistema, aunque en realidad lo que quiere decir es que ha «crackeado» el mismo. La diferencia es notoria, en un caso «hackear» sería buscar una utilidad ampliada o distinta y en el segundo es alterar el uso pensado inicialmente mediante técnicas no autorizadas. En román paladín lo primero sería usar un cuchillo como destornillador (un «hack») y en el segundo sería usar un cuchillo como arma homicida (un «crack»). Es bastante evidente que una y otra cosa tienes matices diferenciadores que las hacen muy muy muy diferentes. Sin embargo los periodistos y las periodistas no paran mientes en esas menudencias y al final el término «hack» ha pasado a ser sinónimo de «crack». Quizá si usásemos menos anglicismos sin conocer en profundidad la lengua de la que vienen no pasarían estas cosas, pero pasan.
Tras este rollo les adjunto el enlace de la noticia y un pantallazo (por si en el futuro el enlace desapareciese). Se trata de que un reno que cantaba canciones navideñas (en inglés quiero creer) ahora dice boberías en castellano para incordiar a los catalanes. Entretenimientos, como ven, hay para dar y regalar y el que se aburre es porque quiere.

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