Lucecitas y más lucecitas

Últimamente la moda es llenarlo todo (pero todo todo todo) de lucecitas. Total son LED, gastan poco, valen poco… He aquí un ejemplo de hasta dónde se puede llegar en la confección de espantajos navideños. Habrá incluso gente a la que le gusten, claro, porque hay gente pa’ tó. Esta que ilustra el comentario de esta noche está en la plaza de Anaya de Salamanca, afeando la catedral. Por si acaso alguien, en su éxtasis contemplativo, se ha olvidado de que existe el puto astronauta, también han puesto a funcionar unos proyectores que te lo recuerda a tamaño descomunal sobre la fachada de la propia catedral.

¡Ah! y también han plantado en el otro lateral una escultura de un astronauta desmorrándose contra el jardín. Pero eso lo dejo para otro día, que hay muchos.

El gorrito

O gorrazo, para ser más exactos. Debe tener como un metro y algo de altura para que os hagáis una idea. Como simpleza de decoración navideña tiene mérito, la belleza la dejamos a la opinión del lector. Está en la cuesta de Sancti Spiritus, en Salamanca.

Al rico colorín

Esa costumbrita de poner alfombras rojas en los espacios públicos que rodean las tiendas, como si fuesen privados, me pone malito. ¿Pero es que de verdad piensan que el plantar telitas rojas en el suelo va a mejorar las ventas? Higiéncamente es mejor no pensar en cómo quedarán después de unos días de lluvias, transeúntes, contaminación y heces de mascotas, pero estéticamente será aún peor. La que ilustra la foto está en la calle Palominos de Salamanca esquina con calle San Pablo y es una tienda de jamones y embutidos. Mira, el color al menos tiene algo que ver, al menos durante unos días.

¡Elefantes luminosos! (actualización: e iluminados)

¡Qué cojones tendrán que ver los elefantes (amarillos) con la navidad! Esta que veis en la foto es una de las decoraciones que hay repartidas por Salamanca. Está lleno de lucecitas y por la noche se ilumina, claro, pero la foto la hice de día así que de momento es lo que os pongo para comenzar esta temporada (tarde, lo sé). Y encima el pobre está encerrado, esta manía que tenemos de encerrar bichos no la dejamos ni para las esculturas.

Aquí está el aspecto de la pobre bestia cargada de lucecitas.

De orgía en orgía y tiro porque me toca

Esta foto está tomada hace apenas una hora. En El Corte Inglés de Salamanca el propio día 6 de enero se retira el cartel navideño y se coloca el de las rebajas. El mundo debe seguir el curso consumista cuyo final es la pared llamada recursos limitados del planeta. Hacia la cual, dicho sea de paso, vamos acelerando con alegría inusitada.

Hala, a comprar, a comprar que el mundo se va a acabar como decía mi amiga Mariangeles Vilches.

Depredaciones ilustradas

Comentaba en esta entrada de hace pocos días el esquilmado de musgo que en estas fechas tiene lugar. Especie protegida que, da igual, es recopilada depositada sin vergüenza alguna en las decoraciones. No se trata de unos centímetros cuadrados en algunos casos, como este cuya foto pueden ver más abajo. Se trata del belén que año tras año montan en la iglesia del Salvador en Béjar y que ocupa -calculo yo- cerca de 30 m2, muchos de ellos cubiertos por el desgraciado musgo.

En la foto se puede ver un rinconcillo del enorme engendro que este año tenía hasta pirámides y esfinge, amén de figurillas en movimiento y las consabidas corrientes de agua. Había por allí un paisano que buscaba un pez en un laguillo, no sé si por vacilar al personal o por entablar conversación para darle la paliza a los visitantes, me creo que más bien lo segundo vista la coña que su acompañante les estaba dando a una pareja de turistas

Las exageraciones

Pocas veces se ver comunidades de vecinos tan bien avenidas como esta de Béjar donde casi todos se han puesto de acuerdo para llenar los balcones, terrazas y ventanas de lucecillas. La pobre foto que acompaño ilustra aproximadamente el efecto.

Luego me he enterado de que había un concurso, lo que le ha quitado un poco de mérito, pero no mucho.

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Seguimos con cerdadas

No hay año que no vea un belencito con cerdos. Ni uno solo, ni hecho en casa, ni en el cole o en alguna institución. Nada, que de cultura andamos flojos, muy flojos, lo que nos lleva a ignorar que los judíos no comen cerdo. Y ese Jesusito niño que todos estos misterios emulan era, no se olvide, judío hasta la médula: de padrastro y madre. Del padre no sabemos vista la historia que nos cuentan.

Resumiendo: que de cerdos nada de nada. Así que vayan quitando los choncitos para la próxima temporada, porfa.

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Depredaciones navideñas

Somos depredadores de la peor clase: por diversión, por estética.

Es -o debería ser- sabido que el musgo es una especie vegetal protegida. Pero nos da igual, llega la puta navidad y salimos a arrancar musgo de las piedras para hacer nuestras decoraciones. La foto es de Béjar, lugar donde el musgo abunda, pero si todo el mundo hiciera las tropelías que los de la foto (la instalación es como 10 o 12 veces lo que se ve) dentro de pocos años el musgo sería un recuerdo.

Respetemos la naturaleza, joder, que queramos o no somos parte de ella y de ella depende nuestra existencia.