Estoy dudando si no sería mejor que esta entrada apareciese en el estupidiario , pero bueno, como tiene que ver bastante con la maldita navidad y sus miserias, pues aquí va. La foto, de poca calidad, es la de un pobre mortal ya en sus últimos años de vida, que mira la lista (no oficial) que los periódicos publican con los resultados de la lotería de ayer. A juzgar por la cantidad de papelitos que el señor manejaba entre sus manos, se podría asegurar que la cifra gastada tenía dos ceros si no tres. Y aquí está, el pobre miserable de espíritu en la chocolatería, mirando a ver si los premios obtenidos compensaban lo gastado. Lo que por esta piel de todo, visitantes de otros continentes, se expresa con «que toque lo jugado», sin pensar que lo que se juega, la ilusión, nunca te la pagan de vuelta. Que lo que se juega en estos casos y siempre se pierde, el tiempo, tampoco nos lo pagan. Me pregunto que habría hecho este hombrito si le hubiese tocado un premio gordo, uno de estos de cinco o seis ceros…
Lamentable espectáculo, no obstante, porque la lotería es la confianza del imbécil en la suerte del azar en lugar de la reivindicación del derecho. Porque confiar en que un golpe de viento nos traiga la riqueza en lugar de luchar por la redistribución y la justicia en la gran lacra de este maldito terruño que condena a sus viejos al hambre y a sus jóvenes a la emigración y la esclavitud. Gran invento, la lotería, que recauda impuestos a manos llenas sobre todo de aquellos que menos tienen. No me extraña que en Cuba esté prohibido el juego, me pregunto si también estarán prohibidas las revistas del corazón. Y no sigo, que queda mucha navidad para despotricar.
Por cierto, que si algún lector o lectora está interesado en escribir de forma regular en esta santa página no tiene más que decirlo, siempre se agradece una mano. También hay un libro de firmas donde se puede escribir.
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