Lo que se ve en la foto es uno de los belenes que hay en exposición hasta mañana en el centro cultural «El bodegón» en Béjar (Salamanca). En este bello paraje hay una leyenda sobre la reconquista del lugar a cargo de bejaranos que bajaron de la montaña al mando (y quizá idea) de un tal Pelay González, disfrazados de musgo. Ni que decir tiene que el evento se diluye entre la historia, el mito y la leyenda. El caso es que la tradición de los hombres de musgo ha llegado hasta nuestros días y el día del corpus (antes jueves, hoy domingo) salen varios lugareños ataviados de tal guisa acompañando el sarao que, dicho sea de paso, está declarado de interés turístico.
El belencito o misterio en cuestión que da vida a este comentario está hecho en honor y reclamo de esta tradición. Vean cómo los muñequitos van todos ataviados de musgo (niño dios incluido) y todos con su maza de musgo (niño dios incluido), así unos «A dios rogando y con el mazo dando» y otro, si son uds. «Dios con el mazo dando». Un vaticinio, quizá, de lo que nos ha rodeado y aún rodea, por desgracia.
En la calle mayor (de Pardiñas y de Sánchez Ocaña) han colocado además de las consabidas lucecitas navideñas, una curiosa decoración de ganchillo o macramé, no sé bien a cual de los dos tipos corresponde. Los elementos colgados son de colorines y me recuerdan mucho a unos que (en blanco) hacía mi abuela para encima de las faldillas de la camilla. A alguien se le ha ocurrido la idea de colgar estos elementos a modo de palio en las citadas calles.
Feos o bonitos, queda a su consideración. Lo que no me cabe duda es de que muy interesante va a ser el día que caiga una nevada maja y se apelmace el mazacote de nieve sobre las cabezas de los viandantes. Espero estar allí ese día y poder capturarlo con la máquina de fotos para su disfrute. De momento quede para la posteridad la fotito de los inventos en su estadio inicial y prístino.
Un gracioso tiró una botella de agua (con contenido) y la embocó en uno de ellos, dando la impresión desde lejos de una teta apuntando hacia los paseantes. Debieron quitarla, porque cuando volví para hacer esta foto ya no estaba. Lástima, habría quedado muy mona la foto.
Están de moda hace tiempo las «super-mega-hiper-cestas» que llegan a cantidades exorbitantes que, a buen seguro, ya habrán visto uds. por ahí. La que nos ocupa hoy solo (solo) tiene 4 cifras según los organizadores: más de 5000€. No es mucho, pero como es una rifa que se realiza entre los compradores de los comercios de la calle mayor de Béjar pues tampoco está mal.
He aquí el principio de la lista de premios capturado por mi cámara traviesa.
Detrás de la máquina de idiotizar de ypico pulgadas (yo la tengo más grande, jjjj) se encuentra uno de los regalos estrellas de la temporada: el masturbador femenino. De ahí lo de «satisfacción asegurada» que da título a esta entrada. Pero quien por estas páginas pase se preguntará a qué viene esto, si no le voy a sacar punta. Veamos.
El otro día comentaba que el porcentaje de decoraciones religiosas de los comerciantes de esta calle nos podría servir como indicación de lo que le importa la religión a la inmensa mayoría de la población. Eso en un país como este que fue «reserva espiritual de occidente» viene a indicar que las gentes por fin empiezan a mirar a lugares que no les indican desde el púlpito, sino desde la tele. Algo es algo, porque al menos de momento no se ha matado y torturado gente en nombre de la caja tonta. En ese sentido es de admirar que los comerciantes incluyan un masturbador femenino entre sus regalos. No queda ahí la cosa, queridos niños: LO PONEN EN EL ESCAPARATE. ¡Si San Fran Bahamonde levantara la cabeza! ¿No lo creen? Pues aquí está la documentación gráfica que lo atestigua.
También hay otros regalos que no han tenido tanto cuidado en empaquetar, como es el caso de las semiconservas de pescado que más abajo pueden ver y que, aunque debieran, no están debidamente refrigeradas. Vale que el escaparate da al norte y en Béjar hace frío, pero arriesgarse así, alegremente, a estropearle la sesión de Satisfyer a la agraciada en el sorteo…
A modo de colofón: me alegra bastante que haya estos guiños de modernidad incluso en lugares pequeños y provincianos. Algo se mueve, aunque sea poco, a pesar de que ciertas instituciones les suenen las tripas.
Ayer, mientras daba una vuelta por la ciudad-pueblo, me dediqué a hacer una estadística. Entre el principio y el final de la calle comercial por antonomasia de Béjar, conté hasta 53 escaparates de tiendas con decoraciones navideñas. También había 10 sin decoración alguna, no vayan a creer que todo el campo es orégano. Pues resulta que de las 53 decoraciones había tres con motivos religiosos y el resto más paganos que el que escribe, que ya es decir.
Esto se da en una ciudad que hace un siglo y medio se agitaba contra los poderes establecidos (28 de septiembre de 1868), aún siguió haciendo la cusca al poder hasta bien entrado el siglo XX (huelga de 1913). Pero después fue arrullada durante años por las cantinelas de la iglesia y los palos del fascismo, en tiempos que acabaron con su espíritu de rebeldía a base de coscorrones y que continuaron quizá por inercia o quizá por costumbre, pero así ha sido y sigue siendo en buena medida. Sin embargo la sociedad cambia y sus componentes van -vamos- haciendo el camino al andar. Hoy día no hay presión social ciudadana para la colocación de las decoraciones navideñas y por esa relativa libertad de expresión cada uno escoge como le da la gana sin que haya un dedo acusador marcando a la oveja que descarría.
La estadística simplota de ayer (con los números citados) nos indica que hay aprox. un 15% de comerciantes a los que la navidad se la refanfinfla, un 85% a los que el tema religioso no les importa o no lo suficiente para hacer gala de ello en sus negocios. Y el restante 5% de la población mercantil (esos 3 citados) interesada en la religión en estas fechas. Señores curas (aquí solo cabe el masculino de momento) vayan tomando nota: el depósito hace tiempo que encendió la luz de la reserva y han seguido circulando como si tal. Sigan, sigan, el motor se parará tarde o temprano. Lo mismo pasa con la tauromaquia por mucho que los políticos que desgobiernan esta región la apoyen.
Ya que hablamos de cuernos vacunos, en la vuelta a casa (en otra calle) pillé este otro ejemplo de decoración que ilustra con precisión el espíritu del año: Covid y laicismo. A la pobre vaca le han plantado los cuernos, supongo, muchos años, pero este además le ha caído la mascarilla al animalito. Pobre.
Magnífico ejemplo de realización con pocos medios y, además, algunos reciclados. El árbol de navidad -por así llamarlo- se encuentra en Béjar, y es una muestra de lo que con un poco de pintura, ruedas viejas, latas vacías, espumillón y goma EVA se puede hacer. Realmente lo del «espíritu navideño» casi queda relegado al uso de los colores y el deseo en plástico que corona la obra. Una de la reflexiones que me quedan es que el motivo religioso ha desaparecido -tanto en esta obra como en otras- y queda casi solo el poso de paganismo, no únicamente en esta obra, sino también en muchas de las que decoran las ciudades estos días.
Con un material como una tira de LED de intemperie han hecho los «técnicos» municipales de Béjar la chapuza de mal gusto que hay bajo estas líneas. Vean, vean.
No es tan horrible como parece, además es chapucero, no vean uds. el engendro que han hecho para conectarlo a la iluminación de una farola. Sin embargo, con semejante material, unas tiras de luces, se puede hacer algo más elegante con no mucho más trabajo y que, para más inri, está al lado en una calle a 50 metros escasos, concretamente en la fachada del hospital. Vean como un poco de jugo de sesos vale para mucho.
Mucho más elegante, igualmente sobrio y tampoco requiere mucho más esfuerzo. Al final, todo son ideas, y si uno no tiene las suyas, pues se pueden copiar las de otros y reinterpretarlas, lo hacemos todos. De contínuo. Es así la iluminación «divina» que a veces se asienta en la ingestión de substancias de cierta graduación alcohólica o de otras substancias no legales.
Vean este estoposo ejemplo de una decoración de bajo coste capturada en un escaparate de Béjar. Está hecha con una bolitas de corcho blanco, un trozo de cartón y cuerda de esparto (de ahí lo de estoposa decoración), etc. El resultado no es de lo más elegante, pero al menos tiene la gracia del bajo coste de los materiales y la dedicación manual que, además, no resulta una horterada de 1ª categoría.
Además siempre puede reutilizarse la cuerda caso de que uno no sea capaz de aguantar la paliza navideña que nos rodea.
Digo yo que en qué andarán pensando los profesionales que hacen estas iluminaciones o las gentes que las compran, porque unas pelotas tipo playero mucho que ver con la navidad no tiene. Salvo que en una noche como la de hoy haya siempre siempre siempre familiares que se dedican a tocar las pelotas, con la consabida terminación en broncas y discusiones que hacen verdaderamente inolvidables las fiestas. Adjunto la imagen tomada en Béjar de una de dichas «iluminaciones» (en ambos sentidos de la palabra).
El misterio electrónico o el misterio de la electrónica. He ahí la cuestión. De momento se ha escrito más sobre Jesucristo que sobre electrónica, probablemente, pero la balanza al final se inclinará hacia esa ciencia-técnica tan útil (por ejemplo para escribir estas chorradas de adviento). La construcción que aprecian en la foto es vieja (viejísima a tenor de los componentes usados y el contendor, una vieja radio de válvulas) y se encuentra en la calle Mayor de Reinoso de la otrora industriosa Béjar (Salamanca). Allá pueden uds., entre paseo por «La covatilla» y el «Jardín del Bosque» apreciar la artesanía que hoy les traigo para deleite.
Y aquí un detalle de las figuras humanas -es un decir- del misterio.
El diseño llevado a su máximo exponente en esta horrenda
figurilla que quiere parecer un arbolito de Navidad combinado con un
Papá Noel. Un lujo (probablemente asiático) cuya adquisición es posible
en una tienda de la calle Mayor de Reinoso en Béjar y seguro en otros
mil lugares de este puto planeta adorador de mitos.