Ayer, mientras daba una vuelta por la ciudad-pueblo, me dediqué a hacer una estadística. Entre el principio y el final de la calle comercial por antonomasia de Béjar, conté hasta 53 escaparates de tiendas con decoraciones navideñas. También había 10 sin decoración alguna, no vayan a creer que todo el campo es orégano. Pues resulta que de las 53 decoraciones había tres con motivos religiosos y el resto más paganos que el que escribe, que ya es decir.
Esto se da en una ciudad que hace un siglo y medio se agitaba contra los poderes establecidos (28 de septiembre de 1868), aún siguió haciendo la cusca al poder hasta bien entrado el siglo XX (huelga de 1913). Pero después fue arrullada durante años por las cantinelas de la iglesia y los palos del fascismo, en tiempos que acabaron con su espíritu de rebeldía a base de coscorrones y que continuaron quizá por inercia o quizá por costumbre, pero así ha sido y sigue siendo en buena medida. Sin embargo la sociedad cambia y sus componentes van -vamos- haciendo el camino al andar. Hoy día no hay presión social ciudadana para la colocación de las decoraciones navideñas y por esa relativa libertad de expresión cada uno escoge como le da la gana sin que haya un dedo acusador marcando a la oveja que descarría.
La estadística simplota de ayer (con los números citados) nos indica que hay aprox. un 15% de comerciantes a los que la navidad se la refanfinfla, un 85% a los que el tema religioso no les importa o no lo suficiente para hacer gala de ello en sus negocios. Y el restante 5% de la población mercantil (esos 3 citados) interesada en la religión en estas fechas. Señores curas (aquí solo cabe el masculino de momento) vayan tomando nota: el depósito hace tiempo que encendió la luz de la reserva y han seguido circulando como si tal. Sigan, sigan, el motor se parará tarde o temprano. Lo mismo pasa con la tauromaquia por mucho que los políticos que desgobiernan esta región la apoyen.
Ya que hablamos de cuernos vacunos, en la vuelta a casa (en otra calle) pillé este otro ejemplo de decoración que ilustra con precisión el espíritu del año: Covid y laicismo. A la pobre vaca le han plantado los cuernos, supongo, muchos años, pero este además le ha caído la mascarilla al animalito. Pobre.