Para aquellos de ustedes que deseen no estar en el mundo
estos-dias-tan-señalados, les ofrezco la opción «máscara anti-todo»
cuya fotografía está tomada en una de estas tiendas donde venden cosas
para fumetas o porreros. La intencionalidad del diseño parece ser no
desperdiciar nada de la preciosa substancia (marihuana o hachís) dada la
escasez que nos invade por doquier.
La dicha
máscara puede ser usada por los odiadores de la navidad para escalar a
un estado de insconciencia que permita superar los rigores de las
fechas. No descarto hacerme con una.
Es en días como este en que uno se hace cuenta de hasta qué punto hace falta el anti-monarquismo, o sea, acabar con todos los reyes. Los magos los primeros por la tremenda vergüenza que debería darnos engañar niños. Los regentes (o figurantes) por lo que suponen de anacronismo, de gasto y de carga social, amén de injusticia.
Es en estos días, queridos y abnegados lectores, en los que el sólo consuelo es que la navidad como cada año, terminará y podremos disfrutar de diez u once meses de paz. ¡Ánimo que ya queda menos!
Y luego nos quejaremos de los chinos, como la entrada del otro día. Esta no sel oliental, señoles, esta sel española, estal en una liblelia celca plaza San Miguel de Valladolol.
No es que me gusten especialmente los ciervos de cartón,
creo que su consumo produce indigestiones y por eso no recomendaría
zamparse este del escaparate. Está en una tienda de repuestos de
vehículos en Valladolid (el de España) y entra en el concurso de
escaparates de la ciudad. Al menos en este caso se han trabajado una
idea sin recurrir más que materiales baratos, paciencia y sobre todo
imaginación. ¡Ya podían ira aprendiendo nuestros políticos!
Señores, que los judíos y los musulmanes no comen cerdo,
coño. De modo que mal puede haber un tío vendiendo cerdo en un belén.
Pues no les entra en la cabeza.
Este de la foto, concretamente, está hecho en terracota y expuesto en un local de Valladolid (Expaña)
Viva la bobería, la moda estúpida, el dispendio absurdo, la imbecilidad extrema, la horterada provinciana, la ridiculez estética, el mal gusto y, sobre todo, la ejecución de jóvenes cuerpos en pos de unas tendencias tan crueles como espantosas. Vean la foto tomada en la calle Mantería de Valladolid, donde se hace gala de todo lo anteriormente dicho adornado además con algo que en estas páginas tanto admiramos: la puta decoración navideña.
Este
bello ejemplo de horterada navideña se encuentra en una zapatería de la
calle Mantería de Valladolid. Menudo diseño, se habrá partido los
cuernos el escaparatista de turno para parir semejante mierda. Señores,
parece que con tal de que vaya de rojo y parezca navideño todo vale.
Igual se imagina el iluminado que con eso va a vender más. ¡Señores cómo
está el patio!
Por cierto, que agradezco a los lectores de estas páginas los comentarios que publican. Aunque no lo crean, los leo todos
Tengo la obligación, hoy 17 de septiembre, de inaugurar
la nueva temporada de odios navideños. Juro por jelouquiti que hoy he
visto en el Carrefour de Parquesol (Valladolid) unos putos arbolitos de
navidad luminosos, si bien no estaban aún encendidos. Me pilló sin
cámara para ilustrarlo, pero prometo pasar con el aparato en ristre (la
cámara, se entiende) y captar la instantánea que documente la proximidad
de la aberración.
Somos muchos los que pensamos que la navidad es
falsedad, hipocresía y cinismo llevado a extremos de abyección. Algunos
simplemente esperan que pasen estas-fechas-tan-señaladas, otros
despotricamos en la red como entretenimiento y catarsis y algunos salen a
la calle con sus vaporizadores de pintura a que la ciudad sepa lo que
opinan. Es, quizá, el caso más elevado de odio a la navidad, el más
motivado.
¡Gracias, amigo desconocido, por tu valiente testimonio!
En la plaza mayor de Valladolor
Valladolid el ay-untamiento ha colocado una serie de espantajos de
adultos y diversiones para niños. Entre ellos están estos animales
músicos que se mueven sin orden ni concierto repitiendo una y otra vez
los mismos movimientos. Según escribo se me asemejan a políticos, no sé
porque. El caso es que la música no es interpretada por ellos; el bello
arte de la automática de Juanelo Turriano pasó al olvido. La música es
algún engendro cuya grabación (previo pago del canon a la infame SGAE)
atormenta a los paseantes. Los decoradores no se han molestado en
ocultar el altavoz, total, igual le cobran derechos publicitarios al
fabricante. No me llamen malpensado, que el ayunta-miento de Valladolid
permite poner publicidades en sitios inusitados.
Pero si de verdad quieren gozar como en el potro, deben visitar la portentosa obra de ingeniería hortera y chabacana de la fachada
portada del ayunta-miento, con sus personajes en las ventanas, sus
cascadas de luces y sus banderitas rojigualdas en varios lugares. Un
auténtico dechado de mal gusto, un gasto inútil y además sectario y
tendencioso. La perla del Pisuerga, señores, a su disposición en la,
pido perdón por ello, mala foto que sigue. TAAAACHHHHHAAAAAAAAAN.