La fotografía adjunta parece decir esto. En realidad
no está muy claro porque quizá algo sorprendió al grafitero/a en plena
tarea. Ya se sabe que los nervios traicionan en el peor momento. Queda
patente, sin duda alguna, la intención de desmontar la gran patraña
urdida alrededor del gordo barbudo de origen europeo que emigró a las
américas y vino más gordo, más barbudo, más rojo y manejando más pasta.
Como
ya ha quedado dicho en el manifiesto, no insistiremos en lo mucho que
nos duele que una sociedad entera (todo el planeta, joder) se entretenga
en engañar a los críos con el pretexto de que ellos eran muy felices en
su infancia, que si les hacía ilusión, etc. Mientras los perros sigan
ladrando los humanos nos seguiremos mordiendo, y mientras se monten
estrafalarios engaños a los niños no cambiará la sociedad.
En el caso de este país (Expaña) es aún más grave puesto que se supedita el utilitarismo a la tradición y se les dan las chuches de plástico a los nenes el 24 «porque así tienen tiempo de jugar, los pobres». Bueno, luego también son regalados unos días más tarde, «para mantener la tradición» (coño, esto lo podían aducir el 23, pero no).
Tras esta pataleta dejo a aquellas personas sensibles la reflexión sobre el asunto y el compromiso de que dejemos de aprovecharnos de la inocencia de las criaturas para nuestros fines mercantilistas y chantajistas. El siguiente enlace habla de la «tradición» del tipejo de los paquetes que te hacen volar, digoooooo, que vuela y trae regalos.
Actualización: se perdió el enlace. Cosas de la red.
